Las células madre
Las células madre son células totipotenciales con la capacidad de auto-renovarse (dividirse indefinidamente) y de poder diferenciarse a muy diversos tejidos (nervioso, muscular, cardiaco, hepático…). Es decir, que son células que por un lado, a diferencia de las células de cualquier tejido adulto, no detienen su crecimiento cuando contactan unas con otras sino que crecen indefinidamente –células inmortalizadas-; por otro lado, tienen la capacidad de poderse diferenciar a tejidos de órganos muy variados como el hígado, el músculo, el corazón, el cerebro u otros.
¿De dónde salen las células madre?
Las fuentes para obtener éstas células se han divido en dos: por un lado, de los embriones humanos precoces. Existen embriones de parejas que han realizado una fecundación in vitro, han conseguido su descendencia, y tienen aún embriones congelados que no desean ni transferirse ni que sean donados a otras parejas, y que desean que sean donados para investigación. Estos embriones no han sido generados para derivarse a tejidos, sino que son embriones de parejas que ya tienen sus hijos después de una fecundación in vitro. Por otro lado, existe la posibilidad de derivar células madre partiendo de células de diferentes tejidos de un ser adulto, como por ejemplo, la grasa.
¿Son mejores las células madre adultas o las embrionarias?
La gran ventaja de las células madre adultas son su gran disponibilidad y la ausencia de conflictos morales a la hora de trabajar con ellas. Éstas pueden obtenerse de la médula ósea o incluso de la grasa subcutánea, que puede emplearse para favorecer la cicatrización tisular en determinadas enfermedades. En cambio, las células madre de origen embrionario tienen una mayor plasticidad, pero su disponibilidad es limitada y además, no todo el mundo está de acuerdo en emplear embriones donados para investigar para estos fines.
¿Para que pueden valer las células madre?
Aún hoy las células madre son un camino experimental, aunque se empiezan a dar los primeros pasos en ensayos clínicos con voluntarios humanos. De momento, suscitan una tremenda esperanza, especialmente en enfermedades crónicas o aquellas donde hay destrucción tisular. Algunas de las posibilidades que se están estudiando son: la diabetes: se está intentando derivar células madre a islotes de Langerhans, donde se encuentran las células productoras de la insulina. En vez de hacer transplantes de estas células –con los problemas de aceptación inherentes a cualquier transplante- se podría solventar el problema con estas células derivadas bien de células adultas o de un propio embrión; el parkinson: una opción muy interesante es el poder derivar tejido del sistema nervioso que pueda solventar una enfermedad como ésta; el infarto de miocardio: después de un infarto de miocardio muere parte del tejido cardiaco, y posteriormente queda una disfunción cardiaca en mayor o menor grado. El poder implantar tejido cardiaco “nuevo” podría mejorar esta disfunción cardiaca; enfermedades hepáticas como la hepatitis o el ácido graso: si el hígado está lesionado, el metabolismo entero puede verse afectado, pero el derivar células a tejido hepático podría suplantar el tejido enfermo y normalizar la función hepática; enfermedades con formación de fístulas y defectos en la cicatrización como la enfermedad de Crohn: desde las células de la grasa subcutanea se han obtenido células madre adultas que parecen favorecer el proceso de cicatrización de los procesos fistulosos; enfermedades musculares como distrofias o pérdidas por traumatismos: A partir de células adultas se puede obtener tejido muscular que podría suplantar la funcionalidad de músculos dañados por diversos motivos.
¿Se pueden emplear ya en tratamientos médicos?
En muchos países no sólo su empleo, sino incluso la investigación en este campo ha estado prohibida hasta hace muy poco, incluído el nuestro. Esto ha limitado el avance en la investigación y por tanto, retrasado su incorporación a los ensayos clínicos. Afortunadamente, y a un ritmo trepidante, la avances en la investigación en esta nueva medicina regenerativa se empiezan a plasmar en los primeros ensayos en voluntarios con enfermedades donde han fracasado los tratamientos más convencionales. Asistimos a una auténtica revolución en los tratamientos médicos. Si se le da el cauce legal oportuno y se destinan los fondos necesarios, veremos como en un plazo no muy largo algunas enfermedades hasta ahora incurables podrán tener solución y podremos mejorar la calidad de vida de algunos enfermos hasta ahora sin solución.
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